20-D: Razones para no votar

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  • Esto no es una democracia. Y no puede serlo mientras no haya un proceso constituyente en el que decidamos qué constitución queremos y qué modelo de estado. La que redactaron veinte señores seleccionados por el poder no sólo deja mucho que desear, y no se cumple, es que además incluye un modelo territorial que nos ha puesto al borde de la sedición (apuesto por el federalismo, pero lo que ocurre en España es una aberración)
  • No puede ser una democracia cuando no hay separación de poderes, cuando hay distintos tipos de justicia según la renta y el tipo de delito.
  • Cuando las iniciativas legislativas populares son desactivadas de forma sistemática.
  • Cuando ninguna de las grandes opciones que se pueden votar hacen una apuesta firme por modificar lo anterior, y ni siquiera se plantean otros modelos de participación ciudadana: Democracia directa, líquida... En mi ciudad, 300.000 habitantes, gobernada por Podemos, que se supone es la opción regenadora y anticasta, no han hecho ningún cambio en las políticas de participación ciudadana (tampoco han levantado la alfombra, pero ése es otro tema).
  • No puede ser una democracia cuando las políticas económicas -y por tanto, en buena medida las sociales- vienen marcadas por un ente supranacional en el que sólo podemos elegir a los miembros de un parlamento con escasa capacidad de influencia en el ejecutivo.
  • No es una democracia cuando estamos supeditados a intervenir militarmente en otros países contra los que no tenemos ningún conflicto por el hecho de formar parte de una alianza militar que sólo responde a los intereses del líder. No sólo no nos beneficia, sino que supone un serio riesgo al formar parte del escudo anti-misiles -seríamos de los primeros países en ser bombardeados-, y ser la base estratégica de sus fuerzas aéreas. El único partido que se propone algún cambio -y habría que ver hasta que punto son sólo palabras- es Podemos, que se plantea revisar las condiciones de nuestra participación y hacer un acercamiento hacía Rusia en un intento de entender que hay otros intereses más allá de los estadounidenses. Esto, que suena a alta política, se traduce en la repulsa de buena parte de la población a las dos guerras de Irak, Afganistan, Libia, Siria... Se traduce en sufrir atentados terroristas como el 11-M, en tener que lidiar con una ola de refugiados que tiene bien poco de espontánea y cuyas causas tienen mucho que ver con las políticas depredadoras y desestabilizadoras del país líder de esa alianza, y de la participación, más o menos activa, más o menos vasalla, del resto de miembros. Y es una cuestión importante, por algo se habla de la Tercera Guerra Mundial, y es que estamos en un punto crítico en el que el sistema financiero está al borde del abismo, la hegemonía de EEUU se está agotando y está siendo cuestionada por primera vez en demasiadas décadas por Rusia y China, porque los recursos se agotan... España debe empezar a mirar por sus intereses y alianzas, y ninguno de los cuatro grandes partidos propone un cambio de guión.
  • No puede ser una democracia cuando no hay opción a modificar la constitución salvo por imperativo de Bruselas (lo primero es el pago de la deuda, luego quedan los ciudadanos y sus derechos)
  • No sirve de nada tener más de trescientos parlamentarios cuando se impone la disciplina de voto y los representantes no están obligados a responder a sus electores. Bastaría con una mínima representación de cada partido, el resto sobra. Ninguno de los grandes se propone cambiar esto.
  • No puede haber una democracia cuando los votos tienen distinto valor dependiendo de donde se vote.
  • No puede ser una democracia cuando se legisla saltándose los preceptos básicos de la justicia y se condena a la mitad de la población a ser ciudadanos de segunda mediante las leyes de violencia de género. Y que ninguno de los grandes partidos se plantee ningún cambio, salvo intensificar las medidas, cuando hay una fuerte demanda social, debería ser una muestra clara del engaño en el que nos quieren hacer vivir. Ninguno de esos grandes partidos se cuestione la eficacia y moralidad de unas políticas que criminalizan a la mitad de los ciudadanos para evitar un maltrato machista que lejos de desaparecer se mantiene en los mismos niveles, tras muchos años y muchos millones de gasto público -quizá porque es el mínimo inevitable-. Ninguno deja claro que los niveles de violencia son los propios de nuestra situación sociocultural, e incluso inferiores a muchos países que se toman como referentes en política social. Y tampoco van a hablar de la violencia y asesinatos de hombres a manos de parejas o exparejas femeninas mientras insisten de manera enfermiza y deshonesta en la unidirecionalidad del fenómeno, ni de las muertes de hijos menores (donde predomina la mujer como protagonista), ni tan siquiera de que dado el volumen de muertos por accidentes laborales (unos 4.000 frente a 50-60 mujeres asesinadas) quizá se deba hablar del tema, e invertir para evitarlos, aunque sea una décima parte de lo que se invierte en violencia de género. Tampoco van a hablar de esos 4.000 suicidas anuales, ni se van a preocupar de las causas ni de la tendencia a aumentar.
  • No puede ser una democracia cuando entre los grandes partidos no hay voces alternativas sobre la inmigración -en todo caso, la diferencia puede estar en quién quiere intensificar el fenómeno-, cuando sí la hay en la sociedad. No se trata de racismo o xenofobia, se trata de gestionar recursos en un país con un 25% de paro (y el juvenil ya es para flipar), en el que buena parte de los mejores cerebros emigran porque aquí hay poco que hacer a no ser que formes parte de las redes clientelares que se relacionan con el poder o la administración pública. Sólo hay que hacer cuentas sobre el dinero que ha costado formar a esas personas -por no hablar del desolado panorama científico, o el I+D reducido a powerpoinismo- y preguntarse porqué ese empeño en seguir fomentando la entrada de inmigrantes poco cualificados.
  • No puede ser una democracia cuando el cuarto poder es una vergüenza, una panda de estómagos agradecidos que sólo investigan y cuestionan al poder cuando le hacen el juego a otra facción. No hay independencia, ni ética, ni profesionalidad, ni ejercen un papel fiscalizador del poder para evitar sus excesos. Sólo hay debate-espectáculo, adoctrinamiento, manipulación, sumisión a lo políticamente correcto, y, eso sí, ciertas pinceladas de disidencia para crear el espejismo de pluralidad.
  • No puede ser una democracia cuando los intereses que priman no son los de la población (condiciones de trabajo, nivel de vida, sanidad, educación, cultura...) sino los de las grandes empresas, quienes realmente marcan la agenda política a esos espantajos que nos gobiernan. Los ejemplos son infinitos, pero por comentar algunos significativos: corrupción estructural, salarios a la baja y empobrecimiento de la población mientras las tarifas de los servicios básicos son del primer mundo, puertas giratorias, creación y negación de la burbuja inmobiliaria que ha condenado a buena parte de la población a largos años de hipotecas por un valor que no es real, inyecciones escandalosas de dinero público en el sector bancario, que no sólo no ha favorecido el crecimiento económico, sino que siguen con una ley hipotecaria desfasada; siguen con los desahucios.
  • No puedo creer que haya intención seria de acabar con la corrupción sistémica ni con la ineficacia de buena parte de la administración cuando son temas que ni se plantean, o si se hace es con medidas cosméticas. Que hay administraciones públicas solapadas es un hecho, que lo que debería haber sido un reconocimiento especial a las comunidades autónomas históricas acabó siendo un "café para todos" que ha distorsionado y encarecido la administración pública -no porque sea cara en sí, sino por los recursos con los que cuenta y que no están optimizados-, dificultando el trato del ciudadano con ella. No hay apuestas series por mancomunar municipios, por revisar el papel de las diputaciones y las duplicidades de las comunidades autónomas -que al final son estructuras de poder que se utilizan para atender a la red clientelar de turno-, por revisar el axioma de que un puesto de funcionario público ha de ser para toda la vida porque es la mejor forma de evitar los excesos y vaivenes políticos. Cuando los casos de corrupción denunciados por funcionarios son casi anecdóticos, cundo los puestos de asesores siguen ahí, con los mismos sueldos, cuando ves manifestaciones de distintos colectivos que reivindican el bien común pero no lo hacen para mejorar la función social del colectivo o lo absurdo de las políticas que se implementan (por ejemplo, muchas mareas por una sanidad pública pero ninguna por la no injerencia y corrupción que supone la relación de las empresas farmacéuticas con la administración sanitaria. Al final, un "qué hay de lo mío").
  • No puedo votar a ninguno de esos partidos cuando no son serios en materia económica, negando que el cacareado crecimiento sea una falsa, o proponiendo medidas que en caso de poder aplicarse no van a servir de nada. Siguen mintiendo, negando la realidad, quedándose con la parte que les interesa. La hostia va a ser el año que viene, ahí muchos abrirán los ojos, pero es que gobierne quien gobierne no va a mover un dedo por hacer de este país algo distinto a un país de putas y camareros: Un país sin industria, que no investiga, que no premio el mérito, con un sistema educativo que no tiene universidades en la élite mundial -aunque de deportistas vamos sobrados-, con contenidos televisivos repugnantes, donde montar una empresa en una tortura, donde la presión fiscal sólo se puede explicar porque hay que alimentar a tanto corrupto... Y todo ello, siento decirlo, va a ser exactamente igual dentro de cuatro años.
  • No puedo tomarme en serio a ninguno de los partidos con opción de tocar poder cuando el más transgresor de ellos se erige en sucesor del 15-M, claro ejemplo de ingeniería social que permitió diluir el descontento social y ahogar las aspiraciones sensatas de la mayor parte de la población. No se trataba de un movimiento de izquierdas, sino de una serie de reclamaciones que compartían personas de distintas ideologías. Lo perverso fue la apropiación por parte de algunos, dotándolo de un contenido político que no tenía cabida, y consiguiendo con ello la expulsión de buena parte de la población que en un principio sí compartía los motivos del hartazgo. No puedo creer en ninguno de esos partidos cuando siguen utilizando el eterno conflicto derecha-izquierda, cuando no es real, sólo una distracción y un elemento de confrontación para que no seamos capaces de ver lo realmente importante. Me cuesta creer en partidos que no son capaces de aunar el orgullo de querer representar a su país -su historia, valores, cultura- con políticas de izquierdas. Y lo contrario, apropiarse de los símbolos nacionales y no ser capaces de respetar que hay personas con sensibilidades distintas, que se pueden mantener ciertos valores y buscar la evolución de la sociedad.
  • Mañana vas a oír repetidas veces lo de la "fiesta de la democracia", lo que es curioso, porque hasta dentro de 4 años no vas a volver a tener opción a participar en ella. Entiendo que vayas a votar, lo que no entiendo es que esperes algún tipo de cambio sustancial. Porque en caso de votar a cualquiera de los cuatro partidos con opciones de poder tienes que ser consciente de que estás participando en un espectáculo viciado, banal, absurdo, inmoral... Y que es así porque sigue encontrando personas dispuestas a comprar la entrada. No te la regalan, no, la compras, y además a un precio desorbitado que no sólo pagas con dinero, sino con salud mental y física, ilusión, esperanza. 
  • El único motivo que tendría para ir a votar sería poder hacerlo a Escaños en Blanco,  partido político comprometido con que sus parlamentarios no tomarán posesión del cargo, y por tanto tampoco cobrarán. Es el único voto que considero honesto, y supone el castigo de aquellos ciudadanos disconformes con el circo que nos venden. Desgraciadamente no han conseguido presentarse en mi provincia. Así que no voy a participar en la fiesta de la democracia, porque ni es una fiesta ni es democracia.
 
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