28/07/08

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Play Me

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Catedral de Sevilla, vidrieras

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De lo poco que se puede agradecer a la Iglesia Católica, su arte.

18/07/08

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Cabeza translúcida

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Aunque hubiera intentado evitarlo sabía que tenía las de perder, se habría impuesto su naturaleza translúcida, la que proyectaba en el exterior todas sus cualidades como si tuviera en la nuca una potente lámpara de 2.000 lúmenes, se tratara de las que le hacían sonreír con benevolencia o las que dibujaban una mueca incómoda en los labios. Mostrarse y permitir que otras personas indagaran en su interior no le molestaba ni causaba pudor, aunque fueran completos desconocidos. Nunca jugó con la baraja de ocultar aquello que le situaba en situación de desventaja, o aquello que bien utilizado desarmaba a otros, la información manipulada que permitiría alcanzar sus objetivos ya fuera en su vida personal o profesional. En alguna ocasión sintió curiosidad por probar aunque sólo fuera por conocer las reglas del juego. Pero sabía que no era su juego. Y porqué no decirlo, en las ocasiones en las que lo intentó fracasó, abandonó ante la sensación que se tiene en alguna fiestas en la que estás por simple compromiso y el encanto arrollador que muestras termina abruptamente cuando eres consciente que no eres ése, que el personaje te ha podido, te ha secado el alma. Siempre hay que desconfiar de las personas excesivamente encantadoras.

Por supuesto que no es fácil vivir con una cabeza translúcida, lo que para otros se resuelve con una simple maniobra evasiva para él puede suponer una compleja explicación que termina por incomodar al interlocutor. Nos han educado para mentir y disimular, mostrar lo que no hay y ocultar lo inconveniente. Y esto, seguramente necesario para un animal social e interdependiente como el hombre, asquea cuando se hace exclusivamente en la búsqueda del propio beneficio. A las cabezas translúcidas les revienta descubrir estas artimañas, pueden reaccionar poniendo el espejo delante del embaucador, o sufrir en silencio el apestoso espectáculo con una sonrisa desdibujada en los labios y la mirada muerta, deseando no estar allí.

Tampoco son fáciles las relaciones sentimentales por mucho que aparentemente se tome como valor la franqueza y honestidad con tu pareja. Y es que hay cosas que tu chica no quiere oír, ni ver, aspectos de tu persona que preferiría no conocer. Cabeza translúcida se ha despertado más de una vez con rabia después de una noche junto a su chica en que la verdad puesta sobre la mesa se les atragantó. Todos tenemos cierta dosis de permisividad ante las flaquezas ajenas, pero en general somos intolerantes con quien tenemos pegados a nuestra piel. Como si sus debilidades se sumaran a las propias alcanzando así un resultado insoportable, como si en realidad no se tratara de dos cuentas separadas. Quizá esa intolerancia venga del rechazo de las debilidades propias. Cabeza translúcida se ha preguntado en más de una ocasión si sería mejor mentir u ocultar, regalar a su pareja el envoltorio quimérico de hombre perfecto y seguro de sí mismo, y continuar dando brillo a esa imagen que ella ha construido de ti, aunque no sea cierta y te entren ganas de protestar y hacerle ver que debilidades hay en las dos partes, que no se trata de cargar con el peso del conjunto sino de comprender que a uno se le acepta por lo que es, se ama lo amable y se termina por aceptar lo que exige una segunda mirada. Y es que agota la duda crónica, irresuelta, la que aparece cada cuatro miércoles en esas cenas indigestas. Pues si cabeza translúcida muestra sin tapujos lo que otros negarían en contra del sentido del ridículo, su gran virtud es lo auténtico de su halago, de su caricia, de su palabra. A pesar de su frágil composición de cristal y su nariz rota en accidentes pasados, es innegable que hay corazón y sentimientos que no entienden de dudas. Así que cuando diga que te quiere no lo tomes como adorno.

Si quieres joder a una cabeza translúcida hazle ver que tanta transparencia se agradece pero no convence, muéstrale tu desconfianza por mostrar lo que tantas personas llevan a cuestas y tan pocas admiten. Pero asume que estás proponiendo el juego del engaño y del disimulo, el que tarde o temprano termina con palabras amargas a una amiga, café de por medio. Es un mentiroso hijo de puta (y yo he querido que así fuera).

04/07/08

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Bailaba de un lado a otro del salón, buscando siempre el cristal equivocado, el cerrado. A pesar de que he tratado de ser su guía, y socorrerla, ya saciado con la dosis de belleza que ha dejado entre las paredes, satisfecho con la sonrisa que ha dibujado en mis labios.

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