Big Bad Mean Mother Fucker
Hellhole Ratrace
Summertime
Nuestro PIB tiene en cuenta, en sus cálculos, la contaminación atmosférica, la publicidad del tabaco y las ambulancias que van a recoger a los heridos de nuestras autopistas. Registra los costes de los sistemas de seguridad que instalamos para proteger nuestros hogares y las cárceles en las que encerramos a los que logran irrumpir en ellos. Conlleva la destrucción de nuestros bosques de secuoyas y su sustitución por urbanizaciones caóticas y descontroladas. Incluye la producción de napalm, armas nucleares y vehículos blindados que utiliza nuestra policía antidisturbios para reprimir los estallidos de descontento urbano. Recoge [...] los programas de televisión que ensalzan la violencia con el fin de vender juguetes a los niños. En cambio, el PIB no refleja la salud de nuestros hijos, la calidad de nuestra educación ni el grado de diversión de nuestros juegos. No mide la belleza de nuestra poesía ni la solidez de nuestros matrimonios. No se preocupa de evaluar la calidad de nuestros debates políticos ni la integridad de nuestros representantes. No toma en consideración nuestro valor, sabiduría o cultura. Nada dice de nuestra compasión ni de la dedicación a nuestro país. En una palabra: el PIB lo mide todo excepto lo que hace que valga la pena vivir la vida.
Fue sobrehumano de lo que este hombre fue capaz. Vic era brillante, divertido y necesario. Desarrolló un estilo guitarrístico que le permitía tocar el bajo, la rítmica y la solista en la misma canción, con sólo mover dos dedos. Su ágil coordinación era inimitable, su poesía impermeable a las influencias. Era mi mejor amigo. Nunca vi la silla de ruedas, era invisible a mis ojos, pero para él no. Cuando para acceder a nuestro camerino había que subir una escaleras, el oportunamente me decía que nos encontraríamos en el mar. Cuando contraímos la misma enfermedad, le dije que era el peor dolor que había sentido, pero él me dijo yo ya no siento dolor. Cuando le invité a dar un paseo bajo la lluvia el me contestó que sus manos se mojarían. Estando en el escenario con él, le pedí una canción y me respondió: éste dedos no trabaja hoy. Vic era inexpugnable, enorme y maravilloso, pero creo que el se veía a sí mismo como pequeño, roto. Y triste.