Retazos 1.0

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Al llegar anoche a casa me abordó un vecino octogenario con esa mirada tan suya, entre socarrona y seria. No me guarda rencor porque hace ya 3 años decidí que no podía seguir siendo presidente de la comunidad dando por hecho que aquello era un cortijo, su cortijo. Igual no lo guarda pues sabe que éste año que me toca de presidente ando bastante puteado con lo de aprobar estatutos, formalizar las cuentas, etc., etc., etc. O igual sí, pues me pidió que lo acompañara al tercero, donde habían aparecido unas flechas y letras marcadas sobre los peldaños de la escalera. ¿Vendetta?. Como buen chico no le mandé a tomar por culo que es lo que realmente me apetecía hacer sino que subí hasta el tercero y me arrodillé ante los dos escalones en cuestión. No fue un gesto de respeto ante aquellas señales extrañas, es que no se veían por ningún lado y ya que estaba allí aposté por hacer el paripé versión lux. Están, están, me decía, lo que pasa es que sólo se ven con el suelo mojado, cuando se friega. Dudé si aquello era una indirecta para que limpie el trozo de escalera que me toca (y hubiera sido una indirecta legítima, que conste. Sí, aquí tenemos extrañas costumbres, gestionamos la comunidad con Zoho Projects pero a la hora de limpiar somos unos clásicos, qué coño pagar a alguien para que limpie, autogestión, autogestión...) Dudé si le ocurre como a mí y el hábito domingo noche=tele le llevaba a Iker Jiménez entre el desprecio y la pena ante un circo decrépito (y mira que el tipo me parece un charlatán en sentido estricto. Acabo de entrar en su web, más de 11 millones y medio de visitas, hay que joderse, con tienda virtual y todo. Ya me gustaría a mí tener el pico que viene después del medio. A todo esto... ¿"tienda virtual"?... ¿hacía falta la aclaración?, ¿o es que sus adeptos no son entusiastas de la investigación rigurosa, tipos avispados?) y ha terminado creándose el binomio aterrador jubilado-adepto a Iker (no es coña, las conserjes donde curro pasan las tardes muy aburridas y no te haces idea de las conversaciones que se dan cuando nos cruzamos. Eso es capacidad de adelantarse a los problemas. Casi una proeza, me parece admirable eso de ver los problemas que se darán de aquí a 7 años). Bartolo, mi vecino (y las dos cosas son verídicas), casi toca a la puerta de Marisa -será la prota de Retazos 2.0- para que sacara el mocho y de esa forma poder enseñarme las flechas y letras. Flecha y letras que por lo que explicaba no parecían emocionantes. No sabía ni lo que ponía, ni si la flecha era de indio americano o de las que vemos sobre "exit". Hasta ahí no le llegaba la imaginación. Descarté hacer una foto de aquello y enviarla a Iker, creo que no pagan. Hasta los huevos de la situación y temiendo que asomase la bata Marisa -recuerda, Retazos 2.0- me despedí de Bartolo preguntándome si el Alzheimer de su mujer sería contagioso.

Viniendo de la piscina he cruzado un parque precioso. Y solitario. En Alicante las dos cosas van de la mano, por lo menos en cuanto a parques. ¿Dije solitario? Bueno, no conté a los canes y sus ¿amos? Uno de ellos se había dado el piro y su dueña gritaba su nombre con voz lastimosa y casi aterrada. No recuerdo el nombre, tengo memoria de pez y un amigo que disfruta recordándome todo aquello que vivimos hace dos años. El muy cabrón tiene memoria de elefante (Noé envío un zoo de elefantes a mi vida, siempre incrustados en la mollera de alguien cercano). El perro se había pirado mientras la dueña, que para mí que no dijo su nombre en ningún momento, estaba de party con el resto de amos. Y party de las de verdad. No sé que tiene Internet ni lo de tener perro que facilita las relaciones interpersonales de forma brutal. Los amos buscaban con la mirada al bicho sin moverse del sitio, mientras "ella" avanzaba gritando continuamente el nombre del perro (y con esto refuto lo de que la repetición es la mejor manera de preparar un examen), el perro, ni puta idea el perro. Aunque estoy convencido de encontrarlo en el camino antes de ver a su dueña. No se le veía pena por ninguna costura, diría que se sentía liberado, un parque para él solito, sin tener que aguantar las neuras de su dueña, la dosificación de la comida -artificial además-, el estar encerrado todo el puñetero día, lo que evidentemente les hace mostrase encantados cuando aparece el amo por la puerta (el día que aprendan a manejar el mando de la tele se acabaron esas muestras de alegría que realmente son un bálsamo ante la perspectiva de que tu vida puede ser algo más que seguir el vuelo de las moscas con la mirada). En fin, que he seguido el camino de vuelta a casa extrañado ante las party espontáneas de los amos que quieren creer que los saltos son de alegría. Extrañado y esquivando cacas de perro.

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